El avance de las energías renovables ha marcado un paso importante en la lucha contra el cambio climático, pero los esfuerzos aún no son suficientes para alcanzar las metas fijadas para la próxima década. En el marco del Mes de la Tierra, organizaciones como National Geographic y la ONU han resaltado el papel esencial que juegan las fuentes limpias en el futuro energético global.
En 2025, el Día Internacional de la Madre Tierra, celebrado el 22 de abril, adoptó como lema “Nuestro poder, nuestro planeta”, un llamado global para acelerar el cambio hacia una matriz energética basada en fuentes renovables. Según Earthday.org, la meta es triplicar la generación de electricidad limpia para el año 2030, una tarea que requiere la cooperación de todos los sectores sociales, económicos y políticos.
Aunque los datos muestran que las energías solar y eólica siguen creciendo a un ritmo notable, las proyecciones advierten que aún estamos lejos del nivel necesario para cumplir los objetivos climáticos más urgentes. Un análisis de National Geographic expone cómo ha sido el progreso reciente en este campo crucial para el futuro del planeta.
Energías renovables marcan récord en 2024
De acuerdo con el más reciente reporte de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), el crecimiento de las energías limpias en 2024 fue notable. Durante ese año, la capacidad instalada de energías renovables alcanzó los 4448 gigavatios (GW), tras sumar 585 GW adicionales, un aumento anual del 15.1 %, el más alto registrado hasta la fecha.
El reporte destaca que la mayor parte de esta expansión correspondió a la energía solar y la energía eólica, que representaron en conjunto el 96.6 % de todas las nuevas instalaciones netas de energía renovable. Esta concentración demuestra una tendencia clara: la tecnología solar y eólica lideran la transición energética, dejando atrás a otras fuentes como la hidroeléctrica o la geotérmica en cuanto a crecimiento anual.
El rápido avance de estas tecnologías también refleja la caída de sus costos de producción y la creciente eficiencia de los sistemas, factores que hacen que la energía solar y la eólica sean cada vez más competitivas frente a los combustibles fósiles.
Asia lidera la transición energética
En términos geográficos, la expansión de las energías renovables no ha sido uniforme. Según el reporte de IRENA, Asia continúa siendo el epicentro del crecimiento mundial, encabezado por China, que por sí sola fue responsable de casi el 64 % de la nueva capacidad añadida en 2024.
Otras regiones, como Sudamérica, mostraron un crecimiento más modesto, con una suba del 7.8 %, mientras que Centroamérica y el Caribe aportaron apenas el 3.2 % del total global. Estos datos reflejan las desigualdades en el acceso y la inversión en tecnologías limpias entre las distintas regiones del mundo.
Por otra parte, los países agrupados en el G7 y el G20, que reúnen a las principales economías mundiales, jugaron un papel clave en esta expansión. El G7 concentró el 14.3 % de las nuevas instalaciones, mientras que el G20 en su conjunto representó un abrumador 90.3 %. Sin embargo, estas cifras también evidencian la necesidad de incrementar el apoyo a los países en desarrollo, donde la transición energética avanza a un ritmo mucho más lento.
Las disparidades regionales plantean desafíos adicionales, ya que el acceso desigual a energías limpias podría profundizar las brechas económicas y sociales existentes si no se toman medidas para una transición justa e inclusiva.
Urgencia por acelerar hacia 2030
La Organización de las Naciones Unidas ha subrayado que la energía es un factor clave tanto en la causa como en la solución del cambio climático. Gran parte de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que provocan el calentamiento global provienen de la quema de combustibles fósiles para generar electricidad y calor.
Frente a esta realidad, las energías renovables ofrecen una alternativa mucho más limpia y saludable. No solo generan poca o ninguna emisión de GEI, sino que además tienen el potencial de abaratar costos energéticos, crear millones de empleos verdes y mejorar la calidad del aire, reduciendo así los riesgos para la salud pública.
No obstante, alcanzar los objetivos climáticos requiere acciones mucho más contundentes. Para limitar los efectos más catastróficos del cambio climático, la ONU establece que es necesario reducir las emisiones globales casi a la mitad para el año 2030 y alcanzar la neutralidad de carbono en 2050.
En este contexto, las energías renovables juegan un papel central. Sin embargo, el informe de IRENA advierte que, pese al récord alcanzado en 2024, la humanidad aún está lejos de cumplir con la meta de triplicar la capacidad de energía renovable instalada para 2030. Actualmente, sería necesario incrementar la capacidad renovable a un ritmo anual del 16.6 %, una aceleración importante respecto al crecimiento registrado en los últimos años.
El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, celebró los logros recientes, pero insistió en que se requiere un esfuerzo mayor y más rápido. “Las energías renovables están acabando con la era de los combustibles fósiles. Un crecimiento sin precedentes está creando empleo, reduciendo las facturas energéticas y limpiando nuestro aire. Pero el cambio a la energía limpia debe ser más rápido y más justo, para que todos los países puedan beneficiarse plenamente”, afirmó Guterres.
La advertencia es clara: aunque el mundo avanza, la velocidad actual no es suficiente. Si se quiere evitar un futuro marcado por crisis climáticas, escasez de recursos y desastres naturales más frecuentes, será indispensable intensificar las inversiones, la cooperación internacional y las políticas públicas a favor de una transición energética justa y acelerada.