En los últimos cinco años, Nuevo León ha experimentado un aumento preocupante en los delitos graves cometidos por menores de edad. Según datos de la Fiscalía General de Justicia del estado, el número de adolescentes involucrados en actividades delictivas como homicidio, robo con violencia y narcomenudeo ha crecido un 19%. Este incremento no solo refleja la creciente participación de menores en actos ilícitos, sino también las fallas estructurales en el entorno social que los rodea.
De enero a septiembre de 2024, se registraron 429 detenciones de menores de entre 15 y 17 años, lo que evidencia una problemática compleja. Organizaciones como la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) atribuyen este fenómeno al reclutamiento criminal de menores por parte de grupos delictivos, así como a la violencia familiar, que deja a muchos jóvenes en situaciones de vulnerabilidad. Estos factores subrayan la necesidad urgente de implementar estrategias integrales que aborden tanto las causas como las consecuencias de este fenómeno.
Factores detrás del aumento de la violencia juvenil
El reclutamiento de menores por parte del crimen organizado es una de las principales causas detrás de este incremento en la violencia juvenil. Según REDIM, esta práctica se ha intensificado en contextos de precariedad, donde los adolescentes enfrentan limitadas oportunidades educativas y laborales, así como entornos familiares marcados por la violencia y el abandono. Grupos criminales aprovechan estas condiciones para captar a jóvenes, ofreciéndoles ingresos inmediatos y un sentido de pertenencia que a menudo no encuentran en sus hogares o comunidades.
El impacto de este reclutamiento no solo afecta a los menores involucrados, sino que también tiene implicaciones más amplias para la seguridad del estado. Los adolescentes reclutados por organizaciones delictivas son utilizados para actividades de alto riesgo, como el transporte de drogas, la comisión de robos violentos e incluso homicidios. Esta situación agrava la percepción de inseguridad y pone en entredicho las capacidades del gobierno para proteger a los menores de edad.
Además, la violencia familiar ha sido señalada como un factor determinante. Muchos de los menores detenidos provienen de entornos donde la violencia, el abuso y la negligencia son comunes. Sin un apoyo adecuado, estos jóvenes son más propensos a caer en conductas delictivas o a ser captados por grupos criminales. Expertos han insistido en la importancia de fortalecer los programas de prevención y atención a la violencia intrafamiliar como una estrategia clave para abordar esta problemática.
Propuestas para frenar el fenómeno en Nuevo León
Ante esta situación, diversas organizaciones y expertos han propuesto que el Código Penal reconozca el reclutamiento criminal de menores como un delito autónomo. Esto permitiría que los adolescentes involucrados sean tratados como víctimas en lugar de ser criminalizados. Asimismo, facilitaría su acceso a programas de ayuda, protección y reparación del daño.
Por su parte, el gobierno estatal enfrenta el desafío de implementar políticas públicas que no solo sancionen a los responsables del reclutamiento criminal, sino que también generen oportunidades para los jóvenes en situación de riesgo. Esto incluye el fortalecimiento de la educación, la creación de empleos dignos y el acceso a actividades recreativas y culturales que ofrezcan alternativas al camino delictivo.
REDIM también ha hecho un llamado a las autoridades para que inviertan en programas de prevención que incluyan atención psicológica, talleres de habilidades sociales y campañas de sensibilización para identificar y mitigar los factores de riesgo en comunidades vulnerables. Sin estas acciones, advierten los expertos, el problema podría seguir creciendo, con consecuencias devastadoras para el tejido social de Nuevo León.