Nuevo León vuelve a ser el centro de atención por las razones más sombrías. Por sexta vez en 2024, el estado se ha colocado en el primer lugar de los estados más violentos de México, superando a entidades con altas tasas de criminalidad como Chihuahua, Jalisco y el Estado de México. El último recuento señala un día particularmente sangriento, con nueve asesinatos ocurridos solo el lunes pasado, seguido por otros seis al día siguiente en diferentes municipios. Estos eventos no son aislados y forman parte de una tendencia alarmante que parece no tener fin.
Estrategia de Seguridad Fallida
A pesar de los múltiples esfuerzos anunciados por el gobierno y las intervenciones militares, la violencia sigue escalando. Los refuerzos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), enviados en cuatro ocasiones en solo dos meses, no han logrado contener la ola de homicidios que sacude al estado. Este panorama desolador sugiere que las estrategias actuales son ineficaces y requieren una revisión profunda y urgente.
Distraídos al Mando
Mientras Nuevo León enfrenta esta crisis de seguridad sin precedentes, las acciones y prioridades de las figuras políticas clave están bajo escrutinio. El gobernador Samuel García y su esposa, Mariana Rodríguez, parecen estar más enfocados en mantener una presencia activa en redes sociales que en abordar las crecientes inseguridades de sus ciudadanos. Esta percepción de desconexión entre los líderes del estado y las necesidades urgentes de seguridad ha generado un descontento palpable entre la población.
Ejecuciones con Saña Aumentada
No solo aumenta el número de homicidios, sino también la brutalidad con la que se cometen. En recientes ataques, como el ocurrido en la Colonia Carmen Romano de San Nicolás, los delincuentes no solo dispararon a sus víctimas, sino que dejaron tras de sí un escenario de horror que refleja la grave situación de inseguridad que vive el estado. Este tipo de violencia extrema es un indicativo claro de que las medidas actuales son insuficientes.
Llamado a la Responsabilidad
Es imperativo que el gobierno de Nuevo León reevalúe y fortalezca su estrategia de seguridad. Los ciudadanos de Nuevo León merecen vivir en un ambiente donde su seguridad esté garantizada y sus líderes estén verdaderamente comprometidos con la solución de los problemas. Más que nunca, se necesita un cambio en la administración de la seguridad pública que vaya más allá de las simples apariciones en redes sociales y las respuestas superficiales.
Nuevo León está en un punto crítico. La persistente violencia y la aparente desconexión de sus líderes con la realidad de la seguridad estatal son señales alarmantes que no deben ser ignoradas. Es crucial que el gobernador Samuel García y su administración tomen medidas efectivas y medibles para revertir esta tendencia negativa. La ciudadanía exige más que promesas; exige resultados que se reflejen en su calidad de vida y en la paz que merecen y por la que claman.
