El estado de Nuevo León enfrenta un aumento preocupante en los casos de dengue, revirtiendo la tendencia a la baja registrada en semanas anteriores. Según datos de la Secretaría de Salud federal, en la semana epidemiológica 46 se reportaron 523 nuevos contagios, lo que representa un incremento del 24% en comparación con la semana previa. Esta situación se agrava debido al cambio climático y las intensas lluvias recientes, que han favorecido la proliferación del mosquito transmisor de la enfermedad.
A lo largo de 2024, Nuevo León ha registrado 12 muertes relacionadas con el dengue, y actualmente ocupa el octavo lugar a nivel nacional en incidencia de esta enfermedad, con una tasa de 157.4 casos por cada 100,000 habitantes. La comunidad ha expresado su preocupación por el repunte y demanda acciones más contundentes por parte de las autoridades, especialmente en las zonas más afectadas.
Repunte tras dos semanas de baja
El reciente aumento en los contagios de dengue se produce tras un breve periodo de reducción en los casos. Durante las semanas previas, las autoridades sanitarias habían proyectado que noviembre marcaría el inicio de una disminución en la incidencia de la enfermedad. Sin embargo, las condiciones climáticas adversas han generado un escenario distinto, dificultando los esfuerzos para controlar la propagación del virus.
El cambio climático juega un papel crucial en este repunte. Las lluvias frecuentes y las temperaturas elevadas han creado ambientes propicios para el desarrollo de criaderos de mosquitos. Estos factores han complicado las labores de prevención, como la fumigación y la eliminación de sitios donde el agua se acumula.
Las autoridades señalan que, a pesar de los esfuerzos realizados, es necesario reforzar las medidas de prevención en toda la entidad. Esto incluye campañas de sensibilización, mayor frecuencia en las fumigaciones y la participación activa de la ciudadanía para eliminar posibles focos de infección en sus hogares.
Demandas de la población ante el problema del dengue
La comunidad de Nuevo León ha levantado la voz ante la situación, exigiendo acciones más eficaces para contener el avance del dengue. Los habitantes de las zonas más afectadas han pedido al gobierno intensificar las campañas de fumigación y redoblar esfuerzos en el control de criaderos de mosquitos. Además, se ha solicitado una mayor distribución de información sobre los síntomas y las formas de prevenir la enfermedad.
Hasta ahora, las estrategias implementadas por las autoridades han tenido resultados limitados. La población percibe que las acciones son insuficientes, especialmente ante el aumento sostenido de casos. Este sentimiento se intensifica debido a la gravedad de los casos reportados y las muertes ocurridas durante el año.
El dengue, además de ser una amenaza para la salud pública, pone en evidencia las vulnerabilidades del sistema sanitario para responder a emergencias de este tipo. Esto ha generado un llamado urgente a las autoridades para que no solo fortalezcan las medidas inmediatas, sino que también implementen políticas a largo plazo para enfrentar el impacto del cambio climático en la salud pública.
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Cambio climático y su impacto en el dengue
El cambio climático ha alterado significativamente las dinámicas de transmisión de enfermedades como el dengue. En Nuevo León, los patrones climáticos inusuales, caracterizados por lluvias intensas y temperaturas más altas de lo habitual, han prolongado la temporada de reproducción del mosquito Aedes aegypti, principal vector del dengue.
Los expertos advierten que, si no se toman medidas contundentes, estos cambios podrían hacer que enfermedades transmitidas por vectores se conviertan en una amenaza constante en la región. Esto implica no solo mayores riesgos para la salud pública, sino también un aumento en la presión sobre los sistemas sanitarios, que ya enfrentan desafíos significativos.
Por ello, las autoridades deben trabajar en estrategias integrales que aborden tanto la emergencia actual como los factores subyacentes que contribuyen al problema. Esto incluye mejorar la infraestructura para el manejo de aguas pluviales, desarrollar campañas educativas continuas y garantizar la disponibilidad de recursos para atender a los pacientes afectados.
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